Libertad, sueños, destino...
Ilustración, montaje digital. 50X70 / 50X50 / 2005 - 2012
Libertad, sueños, destino... son más o menos mis primeros trabajos. Descubro la poesía visual de la mano de Gustavo Vega en unos talleres que impartía. En un principio solía titular las obras en latín pues me parecía sugerente, una manera más de dejar abiertos los significados al observador.
Edu Barbero. Nos dice... Poesía.
Tras la huella de Magritte y su "realismo mágico", la poética del checo Jirí Kolár o de nuestro más próximo Chema Mádoz, Edu Barbero investiga las ambiguas relaciones que puede haber entre las palabras y las imágenes de las cosas. Son reales sub-realidades presentadas de forma realista; o, viceversa, abstracciones de irreales suprarrealidades. Los extremos, ya se sabe, coinciden.
Conocí a Edu Barbero en uno de mis cursos sobre poesía visual. Se me presentó como fotógrafo y vi que lo era, y bueno. Pero, a la vista de las obras que me mostró, y de otras que por aquel entonces tenía expuestas en la barcelonesa galería PerForArt, intuí que estaba ante alguien que apuntaba a una búsqueda que va por derroteros que, sin dejar de ser fotográficos –o dejándolos ocasionalmente-, buscan dimensiones y realidades conceptuales diferentes a lo que normalmente entendemos por fotografía. Así, por ejemplo, si a la imagen fotográfica del asidero oxidado de la lápida de una tumba -Defluo I-, ya de por sí sugerente, se le añaden las letras Alfa y Omega, la obra, sin abandonar sus primitivas sugerencias, entra en un campo más amplio de sugestión y de significaciones.
Barbero dibuja ideas, abre espacios insólitos, formas de gran energía y sensibilidad que nos arrastras a reflexiones, a territorios imaginarios, parajes sin límites. Así, en Tempus, la fotografía de dos paisajes contrapuestos y las formas fragmentarias, carcomidas, de un reloj nos llevan a comprender el discurso de los ciclos de la naturaleza y a intuir en ellos, al mismo tiempo, nuestra propia destrucción.
Barbero comenzó a trabajar exclusivamente con fotografías de objetos y paisajes –mayormente urbanos-, pero en los últimos tiempos parece que, sin abandonar su faceta fotográfica, recurre también a otros tipos de imágenes visuales –gráficas- tomadas de diferentes medios y publicaciones. Gracias a las nuevas tecnologías electrónicas, él las re-elabora y las traslada a una nueva dimensión. Partiendo del aspecto o de la vecindad de formas, de referentes, y fijándose en algún aspecto de las imágenes que encuentra o fotografía y que, sacándolos, de su contexto lógico o funcional, provoca la imaginación poética del espectador.
Con la idea de que hay una realidad más allá de lo que aparece, de que cada mundo oculta otros mundos, que vivimos entre ilusiones y contrasentidos, Edu Barbero recrea en sus obras ilusiones y paradojas múltiples que se desdoblan ad infinitum. En Iter, por ejemplo, las femeninas formas del cuerpo de una mujer transforman su piel -lo real cuando se modifica ilógicamente provoca extrañeza- y dibujan entre ellas el mapa de Grecia, con lo que consigue arrastrar nuestro imaginario hasta los ancestros de nuestra propia cultura, implicando en ello todo nuestro bagaje de emociones y cosmovisiones. Al desplazar el sentido natural de los conceptos, explota al máximo su capacidad simbólica, convirtiendo las imágenes que presenta en discursos que son paradojas… analogías, metáforas, o metonimias visuales, siempre en relación con el lenguaje. Suelen ser realidades simbólicas que resultan del impacto que produce en nuestra mente el desorden de la lógica. La labor de materializar el sentido de las imágenes que presenta es sin duda un ejercicio poético y, por ello, su resultado son obras poéticas, obras que producen percepciones esencialmente poéticas. En Affor, un teléfono en el centro de una playa solitaria, es decir, un objeto situado en donde lógicamente no le corresponde, se transforma en un signo nuevo que nos habla, que nos dice un no sé qué… frecuentemente no verbalizable. Nos dice… Poesía.
Gustavo Vega