El Atlante
Libro de poemas de Mateo Rello con fotografías de Juan Luis López, Juan Carlos Peña y Edu Barbero
Ediciones Caravansari / 2020
A la curva del Morrot, cap a mig camí d'El Port,
on Montjuïc i el Prat es fonen en terreny guanyat al mar,
deixarem el món intacte, passejant un cos tot nou
amb l'ànima adormida en el llit del més profund.
Allà bufa un vent seré, poderós i musical
i és més curta la distància des de'''l cel i des de'''l mar.
(...)
No voldran tornar al camí que els ha fet tant ignorants;
una perspectiva nova s'obrirà en un instant.
Animals, plantes i humans no trobaran la seva pau,
rodejats pels soberbis que el món han volgut canviar.
"La curva del Morrot" (rumba catalana), Gato Pérez
Fotografías que he aportado al libro:
Deambular cámara al hombro con el poeta por sus lugares transfigura un simple paseo fotográfico en una bella búsqueda imaginaria. Caminar al lado de amigos en Barcelona por los lugares del poeta añade a dicho tránsito una suerte de celebración.
Recorrer sin prisas en buena compañía los paisajes de la urbe y su periferia con rumbo incierto abre una puerta a la reflexión, al diálogo, a la meditación distendida. Da la oportunidad de reparar en miles de detalles que de otro modo ni existirían. Una ocasión para cambiar la manera de observar el entorno con miradas detenidas. Un juego donde no se trata de descubrir lo que nos han dicho que debe de haber, sino lo que naturalmente hay, lo que sencillamente vemos. El fotógrafo Elliott Erwitt escribió: "Para mí, la fotografía es el arte de la observación. Trata de encontrar algo interesante en un lugar ordinario... He encontrado que tiene poco que ver con las cosas que se ven y todo que ver con la forma en que se vean".
Desde este ánimo y disposición han sido tomadas las imágenes que ahora siguen. Tanto Juan Luis, Juan Carlos y yo hemos intentado aportar con nuestra intuición visual un digno acompañamiento fotográfico a los excelentes poemas de este libro de Mateo Rello introduciendo un contrapunto objetivo a su lenguaje mítico, surrealista y simbólico. Ha sido la mirada del poeta la que ha decidido qué imágenes vestirían a su Atlante de un total de 300 recopiladas en varias salidas. Callejeos convocados en torno a la bendita excusa de sus versos donde el verdadero escenario poético ha consistido en cartografiar la memoria de la metrópolis procurando atrapar otra alteridad posible. Reivindicar lo desapercibido y lo casi borrado a modo de resistencia tal acto ecológico y que, lejos de erosionar los espacios, añada a la palabra calle la simbología del camino. Sumar lo imaginado a lo hallado y así restaurar los vacíos llenos de olvido. Transitar para revelar y desvelar lo que está siendo, lo que quizá pudiera haber sido.
Edu Barbero
Epílogo
El día que el cielo reventó
—con el primer fragor yo ya sentí nostalgia
y arrepentimiento—, abrí mi paraguas rojo
y me senté en las gradas del malecón.
Cascotes de universo cortaban las carreras
en vano de la gente, aplastaban camiones
con la rotundidad de un dibujo animado;
aquí y allá demolían soberbias,
pero en el mar era su apoteosis:
el cristal reclutaba a la ola
contra la cáscara de mi ciudad.
Qué espléndida visión, qué sinfonía
de apoteósicas conflagraciones.
Luego se reveló la gran mentira
del deus ex machina: habían desertado
o no estuvieron nunca sobre nuestras cabezas
los dioses.
Quedó una cúpula vacía
y, lánguido,
en su centro
un sol convaleciente.
Mateo Rello