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Pareidolias

Objetos encontrados. Colaboración con Eva Iglesias Bilbao  /  40X40  /  2017

"PAREIDOLIAS" es un inventario fotográfico conformado por una serie de imágenes que tienen un denominador común: la pareidolia.  La palabra pareidolia (derivada etimológicamente del griego eidolon: "figura" o "imagen" y el prefijo para: "junto a" o "adjunta"), aunque no consta en el diccionario de la RAE, es la que mejor designa las variaciones perceptivas en las que, a partir de una imagen real observada como puede ser un árbol, una nube, una mancha, una constelación ...,  el individuo cree descubrir, erróneamente, una cosa distinta al mezclar lo percibido con lo imaginado. En este sentido es una forma de ilusión o percepción engañosa. No todo es lo que parece, aunque el cerebro se empeñe siempre en buscar certezas.

El proyecto surge azarosamente al observar unas cortezas caídas de un árbol en el parque madrileño de El Retiro. Al descubrir las posibilidades creativas y recordar trabajos cercanos como los del fotógrafo japonés Yamamoto Masao y obras del artista mallorquín Pep Carrió, decidimos comenzar la búsqueda de pedazos de ramas desprendidas o maderas venidas del mar que tuvieran parecido con figuras animales. Ir creando poco a poco una colección a modo de bestiario.

El objetivo de esta recopilación es abierto, no racional, intuitivo, divergente. Al descontextualizar de su origen naturalezas no intervenidas, no planteamos nuevas versiones de la realidad sino que nuestra intención es ponerlas en crisis. Así que la forma en sí misma no sería el mensaje sino una mera excusa para construir objetos performáticos que jueguen con la mirada del espectador, que le obliguen a "indagar" más allá de lo evidente pues ninguna figura de la compilación tiene una forma cerrada sino más bien insinuante.

La búsqueda podría realizarse simplemente desde una perspectiva lúdico-estética tal como se observa un objet trouvé con sus connotaciones surrealistas, pero también, por qué no, a modo de inmersión personal como pretexto para vislumbrar formas por asociación psicológica como las manchas del test de Roschard u otros test proyectivos.

"PAREIDOLIAS" no es un trabajo que demos por terminado. Está en nuestro ánimo seguir recolectando fragmentos de madera, u otro material, que sean sugerentes, que más allá de la inmediatez de la forma o de la materia,  por sí mismos y sin ninguna manipulación, induzcan al observador  a crear su propio universo de símbolos, metáforas, similitudes... Porque la naturaleza es creadora de arte, es grotesca, es disparatada, es mágica, porque entiende de la poesía del absurdo. Y está llena de tesoros silenciosos que no los descubre la mano creadora del artista sino la percepción del que los observa.

”Esta tarde le he visto bajo una lluvia torrencial, en una calleja contemplando atentamente—durante mucho tiempo—un muro en el que había manchas de hume­dad. Los chiquillos de la calle le señalaban con el dedo y se reían. Le pregunté, por último, acerca de lo que había encontrado de particular en dicha pared:

 

Mira, Giovanni, ¡qué extraño monstruo se ha formado aquí! ¡Una quimera con las fauces abiertas! Y allí, junto a ella, un ángel joven, con ondulados rizos, que huye ante el monstruo. Es maravilloso ver cómo el juego del azar ha creado en este muro figuras que serían dignas de un gran pintor.

Mientras decía esto, seguía con su dedo los contornos de las manchas, y enton­ces creí ver efectivamente todo cuanto me había descrito.

 

Quizá otros consideren de mal gusto tales descubrimientos –prosiguió-, mas yo sé por mi propia experiencia cuán apropiados son para estimular al espíritu y hacer que se nos ocurran cosas y proyectos. Con frecuencia he descubierto en muros como éste, en el musgo y en las grietas de las rocas, en la cenagosa superficie de las brasas estancadas, en las cenizas de las brasas que se van apagando, en los contornos de las nubes, las imágenes de batallas, extraños rostros de una belleza maravillosa, demonios y monstruos extraños y muchos otras cosas extraordinarias. De ellas elegía las que me podían servir para incluirlas en mis cuadros. Es algo semejante a como, en el sonido de campanas lejanas, podemos oír cualquier nombre y cualquier palabra en la que pensamos en dicho momento”.

(del diario ficti­cio de Boltraffio,

el discípulo de Leonardo da Vinci)

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